En una ciudad vacía y espectral, sitiada por una enfermedad que obliga a la población a un aislamiento total, un profesor de historia del arte intenta sobrellevar su encierro elaborando unas estrategias de supervivencia emocional que le permitan realizar una fuga de ese mundo distópico a través de la imaginación, el recuerdo y la correspondencia epistolar. La novela crea, así, una pluralidad de niveles narrativos, el primero de los cuales es el de la rememoración de fragmentos aislados pero constitutivos de un pasado personal, al que se suman un segundo plano que remite a un proyecto de construcción de una identidad alternativa como escritor, y un tercero que se construye alrededor de un conjunto de cartas destinadas a una mujer que nunca contesta y acerca de cuya existencia el lector se ve obligado a dudar. La fuga de la realidad por la escritura y la reflexión sobre el ejercicio de escribir, la rememoración como una oportunidad de huida y de comprensión de sí, la imposibilidad de toda sentimentalidad compartida se combinan para componer la armazón temática de una ficción en la que el elemento autobiográfico se superpone a una condición de distopía, hasta el inesperado desenlace.